Ernest Urtasun, flamante ministro de Cultura, ha debutado confundiendo un lustro con un siglo y los socios de Pedro Sánchez-Junts, ERC, EH Bildu, BNG- al ausentarse del acto parlamentario de la inauguración de la XV legislatura también han confundido el significado de la función institucional a la que están obligados como representantes de todos los ciudadanos. Acto presidido por el Rey.
Más que una manifestación de rechazo a la Monarquía lo que este tipo de teatro político delata es una falta de educación. Y también incumplimiento de una de sus obligaciones porque los diputados y senadores representan al conjunto del pueblo español no únicamente a quienes les votaron en Cataluña, el País Vasco o Galicia.
Un boicot, en suma, pueril que en otro sentido apunta hacia lo que puede depararnos esta legislatura, visto que son estos mismos grupos que tienen atrapado a Pedro Sánchez con sus pactos. Pactos cuyo cumplimiento han convertido en condición “sine qua non” para seguir apoyándole.
En el caso de Junts, el grupo de siete diputados que pastorea desde Waterloo el huido Carles Puigdemont ya le están reclamando que cumpla con el compromiso de iniciar el desarrollo de la agenda pactada para avanzar hacia la aprobación de la Ley de Amnistía y la futura consulta o referéndum de autodeterminación. Todo ello en presencia y bajo la supervisión de un mediador internacional. Un proceso del que, hasta el momento, se desconoce la identidad del llamado verificador que el próximo sábado se reunirá en Ginebra con los representantes de Puigdemont y los enviados del PSOE en nombre del Gobierno. Gobierno qué, en una escala elevada de cinismo, por boca de su nueva Portavoz (la ministra Pilar Alegría), en su primera rueda de prensa tras la reunión del Consejo de Ministros, aseguraba que la transparencia era seña de identidad del Ejecutivo.
Empieza bien una legislatura que promete darnos tardes de gloria parlamentaria. Con sus pactos con los diferentes partidos del bloque anticonstitucional Pedro Sánchez, reconocido funambulista de la política, se ha procurado una red de seguridad, pero de momento -como le han recordado desde ERC y Junts- le han apoyado la investidura pero no le han firmado un cheque en blanco para toda la legislatura. Así que supere los tramites parlamentarios la Ley de Amnistía, que el PP intentará retrasar en el Senado, se abrirá en el horizonte la negociación de los Presupuestos y ahí le esperan los socios Frankenstein para seguir sangrándole con nuevas o renovadas exigencias. Apoyándose en su falta de escrúpulos, Sánchez ha demostrado sobradamente una inusual capacidad de supervivencia, pero aún así, esta vez va a tener una travesía difícil atravesada de turbulencias porque todo indica que va a ser una legislatura anómala.