Cuando Podemos amenazó la hegemonía del PSOE, este reforzó sus contenidos socialdemócratas, pero cuando Vox amenaza al PP, a este no le vale reforzar su perfil ideológico más conservador, ni señalar las contradicciones del programa electoral de sus rivales, ni su inquietante ideología, ni las malas prácticas tributarias de sus líderes. Su mayor problema es que los seguidores de Vox quieren por encima de todo, construir una realidad que coincida con sus prejuicios para refugiarse en ella. Una identidad social agredida es un poderoso banderín de enganche, y la sociedad que estos españoles quieren, la sienten amenazada por conspiraciones de feministas, inmigrantes e independentistas. Por desgracia, un tratamiento mediático sobrado de anfetaminas ha abierto una fosa emocional que el PP quiere controlar, ignorando que cuando alguien asume los valores del rival, se convierte en su fotocopia.