Las guerras y las paces

La vida misma y sus circunstancias hacen que estas ideas o conceptos tan densos, profundos, complejos..., recurran, afloren, se muestren frecuentemente ante muestra conciencia, muestra sensibilidad..., proporcionándonos, en general considerados, lamentable y tristemente, más amargores que alegrías.
Pues pareciere que el ser humano, allá arriba en la cúpula de la creación y al fin materia con “un soplito de vida”, poseyera una especial capacidad e inclinación hacia muchas desviaciones negativas, que sus inferiores en las partes más bajas de aquella idealizada escala, no poseen. 


Y cuanto mayor es su avanzado intelecto y su desarrollo cultural, más ocasiones y mayores tendencias a no mantener ese especial equilibrio en el bienestar interior, al que llamamos Paz. (No quisiera cometer la torpeza y el pecado de intentar siquiera por asomo un “plagio” de la universal novela “Guerra y Paz” del celebérrimo autor ruso XIX-XX. Pobrecillo de mí). 


Lo que pretendo —que no es fácil conseguirlo- es allegarme al mundo de la comprensión y la equilibrada cordura del pensante, con el sencillo y arduo y sano fin de persuadirle, insistiendo y recordándoselo, que de su decisión en ‘la toma de un camino o del opuesto, va a depender, casi siempre, el tropezar con el error de guerras, físicas o al interior, o, por el contrario, con las elementales y seguro que efímeras paces, que en cualquier supuesto, bienvenidas sean. 


Y ello, siendo consciente de la dificultad que en muchos casos, por no decir casi todos, conllevará tal decisión. 


De ahí la necesidad de la no precipitación, de pensárselo dos veces, del consejo desinteresado y experimentado y fiel... Y con todo ello, no es infrecuente que cometamos errores. 


Es demostrado que serán menos, por contra, que aquellos otros resultantes del desa-foro, la precipitación, la irreflexión... Desde o el mundo laboral, por ejemplo, hasta las guerras de la Humanidad entera; las que ahora mismo sufrimos internacionales o las propias abiertas y solapadas que por desgracia nos toca soportar en nuestro propio suelo patrio. Pudiendo ser evitadas.


Y se produjeron desde siempre los conflictos, las desavenencias, las guerras. Pero nuestra ayuda a las paces, no debe faltar. Nuestro afán de conseguir se tome el senderito que puede llevarnos a las paces, debe de estar siempre presente, como otros a los largo de la historia también lo intentaron y a veces consiguieron. 


Desde coronas y Mitras, hasta sóleos de humildades que diría mi querido Pastor Díaz quien buscó siempre las Paces. Y los consiguió pocas veces.

Las guerras y las paces

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