A Coruña cuenta con un nuevo espacio expositivo, la Galería Nordés que, tras seis años de actividad en Santiago, abrió un nuevo espacio en la calle Ramón de la Sagra. Se inaugura con el ciclo CARTA BLANCA en el que uno de los artistas de su galería invita a otros dos. En este caso, con el título de “Carta blanca 01. Autorretrato como gesto entre los dos”, Julia Huete ( Ourense, 1990) se hace acompañar por Ánxel Huete ( Ourense, 1944) y Kiko Pérez (Vigo, 1982).Los tres, aunque con estéticas y lenguajes dispares, presentan en común la preferencia por la abstracción y el influjo de las vanguardias, amén de buscar la expresión de lo esencial con medios mínimos. Esto es notorio en el caso de Julia Huete, licenciada en Bellas Artes por la Facultad de Pontevedra, y que cuenta ya con una notable carrera expositiva y con premios en varios certámenes de arte; entre sus obras están los tapices bordados, pero ahora busca explorar el volumen y lo bidimensional, por ello ofrece amplios espacios en tonos de blanco y gris claro sobre los que perfila grandes formas esquemáticas de contornos orgánicos globulares o, simplemente, traza una línea negra angular sobre un papel como si estableciese un contrapunto entre lo abierto y lo cerrado. Kiko Pérez, tras una época de aprendizaje en Méjico, Finlandia y Noruega, se ha asentado en Madrid; ha hecho importantes exposiciones, entre otras en, el CGAC, Fundación Luis Seoane y el Marco; en sus inicios buscó reflexionar sobre la cultura de masas, procesos de producción, etc, pero la obra actual se caracteriza por un gozoso lirismo visual; se trata de piezas sobre madera, cuya superficie actúa como epidermis en la que traza siluetas y roces, practica recortes que dejan huecos y superpone collages que crean relieves sobre el liso plano, entrando así en el terreno de la pinto-escultura; sus composiciones, como “Pintura y negación” y, sobre todo, “Lipstick around” (Pintabios todo alrededor) dan prueba de una imaginación fecunda y de su capacidad para articular los elementos de la composición: formas y cromatismo de un modo a la vez abierto y armónico.
Una trayectoria de 50 años hacen de Ánxel Huete una de las figuras más importantes de nuestro arte, cuya obra atestigua de su honda inquietud por desvelar los pasajes y fronteras del mundo que desde los ojos se asoma al interior; signo y abstracción dialogan en estos lienzos que son transitorios entre sus series “Pintura fenicia” y “Pintura de albanel”, caracterizados por su sobriedad formal y un cromatismo restringido de tonalidades cálidas, especialmente ocres y tierras como en “Depósito” y “La mesa está servida” o en contrapunto con tonos rojizos como en “Bodegón fenicio”; consigue aquí un delicado equilibrio entre formas que, aunque muy sintéticas, son reconocibles y los espacios que se abren hacia lo ambiguo y lo ilimitado; hay también un juego entre el aquí y el ahora cotidiano: pan, copa y ese ámbito sin orillas que nos rodea por todos lados. Carta blanca, pues, para estos tres artistas singulares.