Feminista y libre, como yo te diga

La izquierda asilvestrada, esa que no se reconoce como extrema izquierda, tiene algunas habilidades que se le deben reconocer, entre otras cosas, porque si no se dificulta la tarea de desmontar sus argumentarios. Han conseguido como quien no quiere la cosa, hacerse con la patente del ecologismo y también del feminismo, del suyo por supuesto y quizá es verdad de la misma manera, que la derecha ha sido excesivamente generosa al dejarles sin lucha, estas patentes. Se trata del debate cultural en el que la izquierda se mueve con comodidad para imponer sus criterios sin adversario que contraponga discursos alternativos para dar perspectiva a la cuestión. Así, el color morado, el de Podemos, es, aparentemente, el color del feminismo. En sus manifestaciones sólo se acepta a personas que asuman el pensamiento único, el de Podemos por supuesto, las demás sobran, incluso son expulsadas de las reuniones y actos públicos. El feminismo ya no es la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, es un instrumento político que quieren utilizarlo para alimentar las urnas a su favor. Hay sólo una manera de ser feminista y es la que Podemos diga, con quien te acuestas, con quien te levantas, lo que hagas en la cama o en la calle y, sobre todo, aceptando que el hombre es el enemigo al que hay que combatir. Ahí es nada. No en vano, algún folleto de estas asilvestradas llega a afirmar que “todo hombre es un maltratador en potencia”. Pero con estas premisas se les fue la mano y las mujeres ya no tragan y quizá por eso la manifestación del pasado 8M convocó a tan sólo 47.000 personas frente a las de más de 500.000 de hace unos pocos años. El PSOE es muy condescendiente con los caprichos de Podemos y dejó que “fueran haciendo” aún a costa de cabezas como la de Carmen Calvo a la que se le ocurrió plantar cara a la ley Trans. Podemos se sintió fuerte y ya no se conformó con utilizar su feminismo contra la derecha y ha dejado al PSOE al margen de su feminismo, crispando a la izquierda tradicional hasta el extremo de calificar de “fascistas” a los socios socialistas del gobierno por querer corregir la fallida ley del “sí es sí” pero, por supuesto, sin romper el gobierno porque eso supone renunciar a sueldos y privilegios y, a eso, no juegan, son cosas del comer. Estas feministas son las que han aprobado ese bodrio legislativo que suma ya cerca de mil sentencias rebajadas y cerca de 100 violadores excarcelados, ley, por cierto, que aprobaron de la mano Podemos y el Psoe y de la que, hasta hace nada, Pedro Sánchez presumía como una ley “fantástica”. Puestos a disparatar, una “miembra” del gobierno, la tal Pam, llegó a subir a sus redes un video de la manifestación del pasado miércoles en el que sonreía cuando unas memas gritaban a la madre de Santiago Abascal que debía de haber abortado cuando se quedó embarazada del líder de Vox. Las suyas le rieron la gracia, pero el rechazo de la opinión pública le obligó a retirar ese video de sus redes. La derecha debía hacer valer el hecho histórico de que las mujeres consiguieron su derecho al voto en España con el apoyo de la derecha y con el voto en contra de las izquierdas asilvestradas. Eso es así y les aconsejo que lean un poco de historia antes de que Podemos decida cambiarla, como hizo con Otegui, el terrorista al que la izquierda española llama hoy “hombre de paz”.

Feminista y libre, como yo te diga

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