Hay una parte positiva en el horror de la invasión de Ucrania perpetrada por Vladimir Putin. Un intangible difícil de medir, pero fácil de detectar por las personas bien nacidas. Me refiero a la reactivación de los valores que confieren sentido a eso que llamamos el mundo civilizado.
Al respecto basta seguir el discurso del rey, Felipe VI, en el acto inaugural del Mobile World Congress, el domingo pasado en Barcelona. Sintetiza a modo de guion el sentir de muestra opinión pública sobre la “agresión inaceptable a una nación soberana”.
El discurso nos ayuda a constatar la solidaria reacción colectiva de los pueblos soberanos de la vieja Europa y el resto de los pueblos alineados con los valores democráticos. Los movimientos de arropamiento a los ucranianos son espontáneos. No responden a consignas de los poderes públicos, aunque esta vez coincidan con el relato oficial.
Empezando por España, como queda reflejado en el discurso del Rey cuando asume como propias la “preocupación y tristeza” de los españoles ante el sufrimiento de los ciudadanos de Ucrania.
El sentimiento no es excluyente porque “esto nos concierne a todos”. Por tanto, lo que procede es “reafirmar nuestro compromiso con los principios de soberanía nacional e integridad territorial de ese país”. De ese y de todos, que es la parte implícita.. Y luego: “España se compromete a ayudar, junto con la UE y la comunidad internacional, que ven esta guerra como una amenaza para Europa y el orden mundial”.
No olvida en absoluto el Rey que no estamos solos en la defensa del derecho internacional frente a las tentaciones autoritarias de los nuevos tiranos.
Y por eso en todas sus alusiones a la defensa de los valores amenazados, habla del trabajo conjunto con los socios internacionales de España para “restaurar la paz y exigir el respeto al imperio de la ley “por parte de todos los Estados, sin excepción”.
Por eso digo que ninguna pieza oral mejor que la de este discurso de Felipe VI para expresar con exactitud el estado de opinión de los españoles respecto a la injustificable agresión de la Rusia de Putin a un país soberano como Ucrania.
En la palabra del Rey se reflejan, se recuerdan, los mandamientos que distinguen a los países democráticos: imperio de la ley, respeto a los derechos humanos, Prensa independiente, separación de poderes, elecciones libres, etc., pero, sobre todo, primacía del individuo, la persona, por encima de tribus, razas, naciones e incluso Estados.
Es decir, todo lo que Vladimir Putin está amenazando en su empeño por querer pasar a la historia como Catalina la Grande. Amenaza perpetrada con una escandalosa desigualdad de fuerzas, mientras exige la rendición política y militar de Ucrania como condición de la paz.