Estas palabras fueron pronunciadas por el escritor y disidente chino Chen Wei al conocer la sentencia de 9 años de cárcel que un tribunal le impuso hace unos años por haber cometido el delito de incitar a la subversión contra el poder del Estado. Un delito que es utilizado por las dictaduras de toda condición con el fin de aplastar cualquier asomo de crítica al sistema. Recuerdo que un colega y buen amigo venezolano, hoy exiliado, fue acusado por el dictador venezolano de tal lindeza: subversión del orden constitucional bolivariano, nada menos que por haber cometido el de haber haber escrito un artículo de opinión que no cantaba precisamente los aciertos de Chávez. En China, el régimen reacciona violentamente contra los disidentes y les aplica penas ejemplares para intentar acallarlos sin saber que tales privaciones de la libertad son el caldo de cultivo para una más comprometida lucha por las libertades que terminará, más pronto o más tarde, con la dictadura.
En realidad, a Chen Wei se le encarceló por el ejercicio de un derecho fundamental como es el de la libertad de expresión. Como ser humano que es, puede, y debe, si quiere, expresar sus puntos de vista, sus opiniones con absoluta libertad. Claro está, tal libertad tiene el obvio límite de la apología de la violencia o del terrorismo en los Estados de Derecho. Tal límite lo que hace es fortalecer el ejercicio de la misma libertad. Ahora bien, cuándo el ejercicio de la libertad de expresión en contra del régimen o de sus dirigentes se entiende como apología o incitación a la violencia, estamos desvirtuando la libertad para considerarla únicamente legítima cuando se realiza a favor de los gobernantes. Justo lo que pasa en China. Un país que, a pesar de llamar la atención por su crecimiento económico, sigue reprimiendo, y de qué manera, la lucha por la libertad, la lucha por la democracia.
Los artículos y ensayos de un disidente en un régimen político como el chino no puedan más que denunciar la ausencia de libertades y de democracia, la represión y las ínfimas condiciones de vida de la mayor parte de la población. En este sentido, el tribunal que condenó a Chen Wei consideró difamatorio, no se sabe para quien, se supone que para el “prestigio” del régimen, afirmaciones como las siguientes: “el pueblo está privado del pensamiento y de sus convicciones” o “la maquinaria de la violencia oficial se dirige al control de la ciudadanía”. Afirmaciones que expresan una característica fundamental de las dictaduras, sean del signo que sean.
En el caso chino, una dictadura se mire como se mire, y moleste a quien moleste, el régimen actúa sin contemplaciones y lamina cualquier género de disidencia. Es lo que ha hecho hizo contra este inconformista y lo que lleva haciendo contra quienes no se pliegan a sus deseos y se alinean con la doctrina del sistema.
La condena a Chen Wei, más que por sus artículos de Internet, que también, se debió a la publicación de cuatro ensayos, publicados entre 2009 y 2011, que escoció a la nomenclatura del partido comunista. A saber, “La enfermedad del sistema y la medicina de la democracia constitucional”, “La clave para la democratización es el crecimiento de la sociedad civil”, “Las claves del movimiento de defensa de los derechos y el cerebro de la democracia constitucional”, y “Pensamientos sobre los derechos humanos y huelga de hambre”.
En estas meditaciones sobre la democracia Wei califica a la dictadura china, como no puede ser menos, de una enfermedad que se cura con libertades, con la centralidad de los derechos fundamentales de las personas. Para que se pueda desarrollar una democracia digna de tal nombre hace falta en China una sociedad civil real, libre, plural, que permanentemente libere energías y vitalidad humana para que en el corazón del interés general lata, no el deseo de permanecer en el poder de los gobernantes, sino el compromiso con la mejora permanente de las condiciones de vida del pueblo.
En fin, al final, como siempre acontece, el pueblo unido no será vencido y la dictadura terminará. Tarde o temprano. En China y por supuesto en otras latitudes.