“Dadles una bandera…”

Tengo querencia especial por las viñetas de los humoristas, son la mejor versión del periodismo sintético que ellos expresan con la imagen de uno o más personajes y una leyenda que hacen pensar y arrancan una sonrisa del lector que, en muchos casos, está ante un gran editorial. 
 

Por eso rescato la viñeta del Ricardo (El Mundo, 8.11.2017) en la que dibuja a un grupo de jóvenes en el paisaje idílico de hierba, árboles y flores, un entorno en el que domina la ternura y el buen rollo donde cada personaje hace su vida: unos cantan, otros bailan, unos terceros conversan y algunos duermen.  
 

La escena recuerda el eslogan “paz y amor” que presidía algunas reuniones de los estudiantes de la Sorbona en Mayo del 68, pero debajo aparece la leyenda “Hay demasiada armonía. Démosles algunas banderas” que cree el humorista alterarán ese estado de felicidad.   
 

Los jóvenes que reúne Ricardo en la viñeta en ambiente tan bucólico son como el trasunto de los quince partidos que quiere integrar la vicepresidenta Díaz en Sumar. Los grupos de ese puzle -Podemos, Cataluña en Común, IU, PCE, Alianza Verde, Más País…- vivían en su paisaje político sosegado y feliz a la espera de que la lideresa los llamara porque “España nos está esperando”. 
 

Pero ocurrió que a los integrantes de esos grupos les entregaron “banderas” en forma de listas electorales y eso dinamitó la armonía y el buen rollo entre ellos. Sobre todo después de la debacle del 28-M, también de Yolanda Díaz en su apuesta por Barcelona y Valencia, y especialmente de los morados que, pese a desaparecer también de Valencia y Madrid, siguen exigiendo los primeros puestos en las listas. No sé decir si detrás de Sumar, ese proyecto “chulísimo” (en el que ya no cree el sanchismo), hay algo más que la sonrisa exagerada de su promotora. Pero la unidad de la izquierda sí es necesaria, no tanto para que ella llegue a la presidencia de España, que lo tiene difícil, sino para que haya alguna posibilidad de reeditar el Gobierno de coalición de esta legislatura.  
 

La cuestión es si las formas políticas, agresivas e insultantes, de Belarra, Montero, Echenique y otros “contra todo el que no coincida con sus cánones ideológicos” encajan en el partido instrumental de la ministra de Trabajo que hasta ahora no perdió los buenos modales y presenta su proyecto como un movimiento ciudadano “civilizado” que requiere personas con perfiles educados.  
 

Ese es su gran dilema -“Madre mía, la que se le viene encima a Yolanda”, dijo su enemigo íntimo Iglesias-: decidir si, después de la retirada estratégica de Garzón y Colau que dejan sitio a nuevas caras, los citados dirigentes de Podemos aportan algo a Sumar o restan por su toxicidad política. La solución mañana.

“Dadles una bandera…”

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