La Constitución cumple 44 años, 4 de ellos en desuso

Sabido es que el cuatro es el número cabalístico de la política española: cuarenta y cuatro años se cumplen este martes desde que se promulgó la Constitución, firmada por un Rey, Juan Carlos I, que fue jefe del Estado español durante cuarenta años tras los cuarenta de la dictadura franquista. Hace cuatro años se instaló, mediante moción de censura, un gobierno socialista que ha puesto muchas cosas patas arriba. Tanto, que lo que hoy prolifera entre las formaciones políticas son las acusaciones al otro de estar incumpliendo la Constitución. Y en no pocos casos, con razón. La Constitución está en peligro: españoles acudid a salvarla. O sea, parafraseando a Lampedusa, acudid a cambiar bastante para que el sistema siga básicamente igual. Sí, pero ¿quién da el primer paso para propiciar esos cambios, algunos sustanciales? Solamente alguien dispuesto, en su esfuerzo regeneracionista, a perder las elecciones. Y esa especie no prolifera en nuestro hábitat político.

 

Probablemente este martes, en la tradicional y solemne recepción --con las consabidas ausencias-- en el Congreso de los Diputados para celebrar un nuevo aniversario, el 44, de la ley de leyes, nadie insista ya en la necesidad de un estricto cumplimiento y menos aún de una reforma: todos estamos cansados de repetirlo sin que nada se mueva en el horizonte. Nada. Este domingo se cumplían cuatro años (4) del vencimiento de los plazos constitucionales para renovar el gobierno de los jueces y ya ni se detecta una sensación de sonrojo en los responsables de este atasco, que por cierto no son solo los partidos mayoritarios. Y, por si fuera poco, si lo que está ocurriendo con la renovación, ‘a trozos no previstos en la Constitución’, del Tribunal Constitucional, no viola la letra de la ley, que venga Dios y lo vea.

 

Quizá algo similar al contenido de este artículo podría haberse escrito el año pasado, también en vísperas de otro aniversario de la promulgación de la ley fundamental. O el anterior. Creo, incluso, que algo de eso hice. Pero ahora ocurre que todo se agrava, las instituciones y la separación de poderes se debilitan y ya no puede hablarse de meros retoques reformistas puntuales, sino de una auténtica Reforma, con mayúscula, que, con el consenso preciso entre los partidos, abarque a artículos contenidos en casi todos los títulos. Desde el referente a la Corona hasta el IX, que habla precisamente del Tribunal Constitucional. Pasando, claro, por los que se refieren a las Cortes generales, al Gobierno y la Administración, a las relaciones entre el Gobierno y las Cortes, al poder judicial o, especialmente, a la organización territorial del Estado. O sea, es mucho lo que hay que actualizar, precisar, limar, adecuar a las circunstancias y al mundo trepidante en el que vivimos, para nada parecido al de 1978.

 

Pero en todos estos años, y exceptuando la ‘modernización’ en septiembre de 2011 del artículo 135, sobre la estabilidad presupuestaria exigida por Europa, el acuerdo ha sido imposible, lo que ha afectado incluso al estricto cumplimiento de la Constitución. 

La Constitución cumple 44 años, 4 de ellos en desuso

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