El pasado jueves, Iker J. hablaba en Cuatro de tiburones asesinos y orcas cabreadas. A su vez, en La 1 el periodista X. Fortes modelaba y moderaba el debate de portavoces. Siete, un número inferior a las especies de tiburones, pero como ellos, de agudo instinto depredador, y como los cetáceos del estrecho, dados al enfado y la bronca. Razón por la que se les percibía despiadados en los ataques y duros reproches que se cruzaban y en las fieras embestidas a los veleros ideológicos de sus oponentes.
En fin, que sin salir del mando ni solución de continuidad, pasabas de los feroces ataques de tiburones y orcas a humanos, a contemplar como humanos se atacaban como escualos o cargaban unos contra los otros como cetáceos enfadados, sin que se conozca en ambos casos las razones últimas de ese feroz comportamiento. En Cuatro, Iker y colaboradores, indagaban en el instinto y en supuestos malos tratos de pescadores a las orcas, y cómo no, en la pandemia. Mientras, en La 1 los portavoces se cebaban en reproches que iban desde la pandemia a la endémica dolencia de la rancia queja nacionalista: a falta de ideas, patrias.
Despachado el asunto escualo-cetáceo en Cuatro, en La 1 seguía revuelto el acuario ideológico. Pasando la privada a otra cuestión más dolorosa, el pernicioso efecto del covid-19 en los cerebros, de muchos de aquellos que lo han sufrido, fusionándole las neuronas. Mientras, en la pública, pues eso, confusión neuronal.