Amnistía: chantaje o solución

Es increíble el esfuerzo mediático que está haciendo el gobierno para convencernos de la bondad de la amnistía para los golpistas catalanes. Todos los estómagos agradecidos que sientan sus posaderas en las sillas de los programas se deshacen en elogios para con la decisión de Sánchez de conquistar los siete votos de Puigdemont y renovar mandato. 


Todo a costa de tomarnos por tontos porque los mismos que ahora se rompen la espalda ante el sanchismo, son los mismos que le aplaudían cuando gritaba a los cuatro vientos que la amnistía no cabía en la Constitución. Doble trabajo, por una parte, hacernos olvidar lo que el presidente y sus ministros dijeron no hace tanto y vendernos el nuevo mensaje que, básicamente, consiste en un trágala, “donde dije digo, digo Diego” y todos a aplaudir. Yolanda anda como loca para que se firme el acuerdo con Junts porque o sale vicepresidenta de nuevo, o sigue la senda de sus compañeros de Podemos que al perder el escaño se dirigieron directamente a la oficina del paro.  Ella estaría dispuesta a la amnistía y a lo que hiciera falta, se acostumbró al boato de palacio y no quiere bajarse de ahí bajo ningún concepto. Se habla mucho de lo que Sánchez está dispuesto a ceder y muy poco de lo que los separatistas aportarían en forma de cesiones para llegar al acuerdo. Entre la opinión pública está claro, Sánchez quiere dar lo que le pidan para conseguir su investidura, pero lo que no aclaran es lo que se está negociando. El gobierno que proclamaba la transparencia es el más opaco de la historia. ¿Renuncian los independentistas a la unilateralidad? ¡No! Pues no hay más preguntas señoría, si no renuncian a eso no hay acuerdo explicable salvo por los siete votos que Sánchez necesita. No se busca un bien para España sino un atajo para que Pedro Sánchez se perpetúe en el poder. Estoy en contra de la amnistía, no sé si ya lo habían adivinado, pero debo decir que, si en tan humillante cesión se recogiera esa renuncia, igual merecería la pena para sacar del debate el coñazo del “proces” del que ya estamos hartos, pero no solo no es así, sino que los separatistas ya han anunciado que lo volverán a hacer. 


La ironía de la vida es que media España que repudia a Puigdemont, tiene sus esperanzas puestas en que el fugado nos lleve a nuevas elecciones, porque, queridos amigos, Sánchez ha puesto el futuro de España en manos del prófugo y solo él sabe, a fecha de hoy, lo que va a suceder. El y su asesor, el tal “Boye” un abogado condenado por participar en el secuestro de Revilla y otro secuestrador, el tal “Otegui” también está negociando el futuro gobierno de España. 


A esto hemos llegado, ¿se puede caer más bajo? La amnistía es el precio de un chantaje y nada más, no soluciona nada y tira por el suelo la igualdad de todos los españoles y el estado de derecho que consagra nuestra constitución. 


Las consecuencias de esta ignominia la veremos y Sánchez pasará a la historia, ya lo creo que pasará, el daño que está haciendo quedará recogido en las peores páginas, en las más vergonzantes de los cientos de años que conforman nuestra historia.

Amnistía: chantaje o solución

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