El ‘Yo acuso’ de Felipe González

Pedro Sánchez se supera cada día que pasa. Retorciendo la interpretación del significado de las leyes no tiene límites. Su última “hazaña” aún está caliente y a punto de salir del horno como concepto alternativo ideado para redondear el proyecto de Ley de Amnistía a satisfacción de Junts, el partido separatista cuyos siete votos le dieron la investidura a cambio del archivo de todas las causas judiciales abiertas contra quienes perpetraron los actos sediciosos del intento de golpe del “procés”. Incluidos los indiciados por terrorismo.


El Diccionario de la RAE define el terrorismo como “la sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror” y, también, como la “actuación criminal de bandas organizadas que, reiteradamente y por lo general de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”. Cualquiera de las dos acepciones serían aplicables para calificar los actos violentos organizados en Barcelona y otras ciudades catalanes en 2019 a raíz de los disturbios protagonizados por los CDR (Comités de Defensa de la República) o el llamado Tsunami Democrátic. Recordemos el intento de asalto a la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, la ocupación del aeropuerto de El Prat, el corte de carreteras, los destrozos e incendios de material urbano y los múltiples incidentes derivados de los ataques a las fuerzas de Orden Público. Cuando episodios similares se producían en el País Vasco -la “kale borroca”- fueron definidos y en su caso enjuiciados como actos de terrorismo.


Pero ahora la precariedad parlamentaria del PSOE y la ambición de poder de Pedro Sánchez nos ha depositado en nuevo escenario. Un escenario en el que Carles Puigdemont el ex presidente de la Generalidad, prófugo de la Justicia, ha conseguido la impunidad para todos aquellos encausados por los delitos que cometieron en los días del intento de golpe del “procés”.
Había un “línea roja” -los actos de terrorismo- que Sánchez decía que nunca sería rebasada a la hora de aplicar la amnistía. Era la palabra de Sánchez. Ahora, para justificar lo injustificable, la contorsión semántica ha llegado a tal grado de desprejuicio que el ministro de Justicia defiende que hay un terrorismo ‘light’ que se da cuando quienes lo practican “no tiene intención directa de provocar violaciones graves de los derechos humanos”. Terrorismo bueno y terrorismo malo ¡Qué vergüenza¡  

El ‘Yo acuso’ de Felipe González

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