El secretario general de la ONU, António Guterres, denunció este miércoles la existencia en todo el mundo de una “oleada” de xenofobia, racismo, misoginia violenta y odio contra distintos grupos religiosos.
“Los grupos supremacistas blancos neonazis representan hoy la mayor amenaza de seguridad interna en varios países y la que más rápido crece”, recordó Guterres en un discurso ante el Consejo de Seguridad.
El portugués recordó que males como la demonización del otro, el desprecio de la diversidad y el atropello de los derechos no son nuevos, pero ahora avanzan a una velocidad nunca vista.
“Las redes sociales han equipado a los traficantes de odio con un megáfono global para la bilis. Hoy, ninguna conspiración es demasiado escandalosa para encontrar una gran audiencia; no hay falsedad excesivamente absurda para alimentar el frenesí online”, señaló Guterres.
El jefe de Naciones Unidas lamentó que incluso “mentiras descaradas” estén logrando credibilidad en pie de igualdad con los hechos y la ciencia y que a menudo sean promovidas por líderes políticos.
Según advirtió, las ideas y el lenguaje alimentados de odio están pasando de los márgenes a lo convencional y sus efectos son mortíferos, como muestra el hecho de que los responsables de algunos de los ataques más sonados de los últimos años contra mezquitas, sinagogas e iglesias fuesen personas que se habían radicalizado en internet.
“El odio alimenta los peores impulsos de la humanidad. Es un catalizador de la polarización y la radicalización y la vía a atrocidades”, insistió.
Guterres -que esta semana ya presentó un plan para combatir el odio y la desinformación en internet- pidió a las potencias del Consejo de Seguridad actuar en este ámbito, animó a todos los países a promover la diversidad como una riqueza y reclamó un refuerzo de valores como la compasión, el respeto y la fraternidad.
Su discurso se enmarcó en una reunión dedicada precisamente a la promoción de esos principios con el fin de mantener la paz, un encuentro organizado por Emiratos Árabes Unidos y en el que también intervinieron, entre otros, el gran imán de Al-Azhar, Ahmed Al Tayeb, y el secretario para las Relaciones con los Estados del Vaticano, Paul Richard Gallagher.
Al término de la misma, los quince países del Consejo de Seguridad aprobaron por unanimidad -algo que ya sucede solo en contadas ocasiones- una resolución en la que reconocen que el odio, el racismo, la xenofobia, la discriminación de género y otras formas de intolerancia pueden contribuir al estallido o el empeoramiento de conflictos y urgen a la comunidad internacional a condenar públicamente este tipo de manifestaciones.
También piden a líderes religiosos y otras figuras con influencia que hablen contra los discursos de odio y traten de promover la tolerancia, al tiempo que subrayan la importancia del diálogo entre religiones y culturas.
Además, reclaman a los Gobiernos que promuevan la plena participación de la mujer en puestos de liderazgo a todos los niveles con el fin de promover la tolerancia, la paz y reforzar la cohesión social y la igualdad de género.