María José Goyanes: “El teatro puede ser triste o desgarrador, pero aburrido jamás”

"Galdós enamorado 2023" se representa el sábado en el Jofre
María José Goyanes: “El teatro puede ser triste o desgarrador, pero aburrido jamás”
El trío protagonista, en una función anterior I Cedida

El Teatro Jofre acoge este sábado a las 20.30 horas la representación de “Galdós enamorado 2023, una neolectura teatral”, secuela de aquel primer montaje dirigido también por Alfonso Zurro en el que, en clave de comedia, se abordaba la relación epistolar entre el escritor canario y Emilia Pardo Bazán. “Tenía muchas ganas de ir a Ferrol”, confiesa la actriz María José Goyanes.

 

Llevaba mucho tiempo detrás de esta historia... 
Cuando aparecieron las cartas de la Bazán llamé a Salvador Collado, que es el productor, porque tenía un amigo canario que me consiguió una copia, para hacer una función en base a esta correspondencia. Salvador no lo tenía del todo claro porque solo estaban las cartas de Pardo Bazán, no las de Galdós. Finalmente, con motivo del centenario del fallecimiento, me dijo que sí, que lo íbamos a hacer, y lo hablamos con Alfonso Zurro. Primero fue “Galdós enamorado” y, pasado el centenario, hemos hecho una secuela. Trabajar con Emilio Gutiérrez Caba, que para mí es uno de los mejores actores de este país y con el que empecé en el teatro, formando compañía cuando éramos muy jovencillos, me hacía mucha ilusión. Para mí está siendo un sueño cumplido. 

Un parto largo que ha merecido la pena... 
Muy largo, sí. El parto de los montes o el de la burra, todo lo que nos podamos imaginar.

 

Son cartas que han dado mucho que hablar. No se han localizado las de Galdós, pero en cualquier caso fue una relación muy prolongada en el tiempo. 
Fue una relación muy larga que empezó con un escarceo pero que luego duró mucho y que, por ejemplo, incluyó viajes al extranjero... En España guardaban las formas. No tanto por ella, que fue una mujer rompedora, como la Nora de “La casa de muñecas” de Ibsen, que, aunque nunca se desvinculó de sus hijas, decidió vivir su vida. Pero él fue soltero hasta el final y muy tímido, y todo aquello le perturbaba muchísimo. Lo que pudiera ser “chismología” le ponía muy nervioso. Se escondían y todo...

 

Lleva muchos años en este mundo, ¿pero ponerse en la piel de Pardo Bazán es un reto especial? 
Muchas ganas, sí, porque me parecía que esas cartas tenían un valor incalculable, sobre todo por ser para quien eran. De todos modos, pienso que cada proyecto que uno emprende es un hijo, y lo estoy viviendo con muchísima alegría. La secuela ha incorporado un tercer personaje, Marta Gutiérrez Abad. Los tres somos muy amigos y lo estoy disfrutando mucho. Lo que me faltaba era poder pisar esas tierras. No quiero cerrar este periplo sin haber pasado por toda Galicia. Es necesario: empezamos en Las Palmas, pero Galicia no la habíamos tocado, y eso me daba mucha pena. Y no es porque no lo hubiéramos intentado.

 

¿Qué es lo más importante para poder mantenerse en este mundo tan volátil durante tantos años? 
Es que empecé muy pronto, pero mis dos primeras operaciones de corazón interrumpieron ese proyecto de compañía en común con Emilio. Luego lo retomé yo sola, porque él estaba en otras historias. Me acostumbré a hacer los espectáculos que quería, con la persona que quería y con los actores que quería porque con el padre de mi hijo, Manolo Collado, producíamos, nos hipotecábamos, y me acostumbré “mal” a lo mejor. Tengo muy claro que hay cosas que no me interesan. Prefiero trabajar menos que trabajar a disgusto. Quiero entenderme con la persona con la que estoy en el escenario, quiero disfrutar cuando salgo al escenario. Pero no hay una fórmula, en absoluto. También hay una parte de chiripa, de que se den las circunstancias, que seas inquieta, que busques, que no te quedes clavada mirando si suena el teléfono. Hay que buscar proyectos que te llenen, que te hagan feliz.

 

¿Qué es el teatro para usted?
El teatro es algo necesario para la sociedad, como lo es leer, y, como decía Lorca, un pueblo que vive de espaldas a su teatro es un pueblo muerto. El teatro hay que cuidarlo y mimarlo, y hacer funciones en las que la gente se lo pase bien. No tiene por qué ser aburrido: puede ser triste y desgarrador, pero aburrido jamás.

 

¿Y no le aburre que se repita la cantinela de la cultura subvencionada?
No, no me aburre en absoluto hablar de ello. Cuanto más informada esté la gente al respecto, mejor. Pero es que, además, ha llegado la pandemia y a los que verdaderamente se ha subvencionado han sido los bares. Las subvenciones son necesarias y el teatro es un espectáculo muy caro, entre otras cosas, por su inestabilidad. 

María José Goyanes: “El teatro puede ser triste o desgarrador, pero aburrido jamás”

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