Cruzar por el medio de una procesión no es únicamente un síntoma de falta de respeto o poca educación, como se podría creer, sino que también supone un verdadero riesgo para las personas que integran el cortejo, tal y como ha quedado demostrado con el accidente sufrido por un músico en la Semana Santa de Ferrol.
Los hechos se produjeron el pasado Martes Santo durante la celebración de la comitiva organizada por la Cofradía de la Soledad, cuando una mujer mayor atravesó de un lado a otro de la calle pasando entre los músicos de la Agrupación Musical del Cristo de la Buena Muerte y empujando a uno de los bombardinos.
Al integrante no le dio tiempo a reaccionar y la boquilla del instrumento, que es de un tamaño considerable, se le fue hacia el ojo haciendo vacío y provocándole un derrame considerable. "Los vientos vamos mirando la partitura, así que ni siquiera puedes ver si viene alguien para poder esquivarlo", explica Vicky Permuy, una de las responsables de la agrupación.
Asegura que, lamentablemente, este no es un hecho aislado. "A otro compañero, por lo mismo, una vez le rompieron un diente", lamenta, explicando que la gente "pasa sin darse cuenta de que es muy fácil que nos llevemos un mal golpe en la boca".
De hecho, afirma que así como en otros aspectos se ha avanzado en la actitud del público, usando bolsas, por ejemplo, para no tirar las cáscaras de las pipas al suelo y poder dañar a los cofrades que van descalzos, en esto todavía queda mucho camino por andar: "Necesitamos concienciar de que puede ser muy peligroso para todos", sentencia.