Cristina Barreiro: “El libro me ha permitido humanizar a los personajes, hacerlos cercanos sin faltar a la fidelidad histórica”

Cristina Barreiro: “El libro me ha permitido humanizar a los personajes, hacerlos cercanos sin faltar a la fidelidad histórica”
Cristina Barreiro, en los Jardines de Herrera | jorge meis

“Ferrolano” era el vapor que trasladó a Isabel II y a las infantas hasta la fragata “Numancia” en la que regresarían a España tras el exilio de 1876, y “ferrolana, ferrolana” es también Cristina Barreiro, con la que hablamos tras la publicación de su novela “Las hijas de Isabel II”, su primer libro de ficción centrado en hechos históricos.


Barreiro pasó en la urbe naval gran parte de su vida y regresa habitualmente a visitar a su madre. Recuerda con cariño su infancia en la ciudad, con sus padres, su hermana, familiares y amigos, una época muy feliz, salvo, eso sí, por el clima, lo único que no extraña cuando está en Madrid, a donde se trasladó en 1991 a estudiar. Después se doctoró en Periodismo y empezó a trabajar en la Universidad CEU San Pablo, donde es profesora titular de Historia Contemporánea.


Como la propia Barreiro indica en el prólogo de “Las hijas de Isabel II”, esta primera novela no es un libro de historia. Cuenta una historia, la de las infantas Isabel, Pilar, Paz y Eulalia de Borbón cuya vida transcurrió al servicio de su madre y su hermano Alfonso XII. La autora ferrolana recrea sus vidas en esta novela que edita La Esfera de los Libros, que está cosechando éxitos y críticas muy positivas y de la que nos adelanta un poco su autora.


¿Parece que está gustando mucho su libro “Las hijas de Isabel II”, a qué cree que se debe este éxito? ¿Lo esperaba?

Creo que se trata de un libro para todos los públicos, un trabajo fácil de leer. Una divulgación histórica. He tratado de contar de manera amena un siglo de historia, de España y de Europa. Hacer una crónica ambiental de una época y un mundo. Pero al hacerlo con un tono ligero parece que llega a más gente. Y ese era el objetivo: huir de los academicismos a los que estamos acostumbrados en la Universidad y presentar un estudio ágil con el que cualquier aficionado a la historia pueda aprender. Estoy muy contenta con la aceptación que está teniendo. El principal comentario que me han hecho hasta ahora es que ‘parece que lo vives en primera persona’. ¡Cómo si fueras una Infanta más! Así que no puedo estar más satisfecha.


¿Por qué razón decidió decantarse por las hijas de esta monarca para escribir esta novela?

Porque presentaban un escenario fascinante. Entre el nacimiento de la Infanta Isabel en 1851 y la muerte de Eulalia en 1958, nos movemos desde el romanticismo de la época de Isabel II hasta los años del nacional-catolicismo en pleno régimen de Franco. Y lo hacemos a través de estas cuatro mujeres, de edades muy parecidas cuya vida gira entorno a los procesos históricos: tenemos toda la era victoriana, la Restauración bórbonica, la Primera Guerra Mundial y el final de los Imperios hasta el nacimiento de los fascismos. Con ese envoltorio de lujo era fácil ambientar un relato atractivo en el que las protagonistas se fuesen moviendo entre Madrid, París y Munich al hilo de las transformaciones sociales y sus propias vivencias familiares. Tenemos un poco de todo: revoluciones, intrigas, joyas, matrimonios fallidos y muchos entresijos políticos.


¿Qué destacaría usted del momento de la historia en el que les tocó vivir a Isabel, Pilar, Paz y Eulalia?

Fue un tiempo convulso, de muchos cambios y revueltas sociales. De crecimiento del movimiento obrero y demandas democráticas. Ellas van a sufrir varios exilios. El primero a raíz de “La Gloriosa” cuando expulsan de España a su madre, Isabel II y las Infantas, que eran muy niñas, se marchan a Francia. Y el segundo en 1931, tras proclamarse la II República y la anciana Infanta Isabel –“la Chata”– se niega a quedarse en un país en el que no hubiese monarquía. Y eso que estaba ya muy enferma. Pero la institución era algo consustancial a ella misma. En Europa va a caer el Imperio de Napoleón III, Alemania se convierte en una gran potencia y Austria-Hungría tendrá que hacer frente al problema de las nacionalidades que lo estaban carcomiendo. Paz vivía en la Baviera fabulosa del demente Luis II, la de Wagner y los castillos de princesas, y Eulalia en el París efervescente de la Belle Epoque. ¡El mundo se estaba transformando! Cuando Eulalia visitó Nueva York en 1893 le pareció una ciudad industrial y poco elegante. De casas de ladrillo y calles estrechas. ¡Nada que ver con la formidable metrópoli en la que iba a convertirse décadas después!


¿Cuánto tiempo ha dedicado a indagar y profundizar en la vida de estos personajes para poder completar su libro? ¿De qué documentos se ha servido especialmente para documentarse?

El libro está construido sobre la consulta de la Prensa de la época, parte de la correspondencia que se conserva de las Infantas en el Archivo del Palacio Real y la bibliografía específica sobre el tema. En este trabajo las licencias las hemos tomado con los diálogos de las protagonistas que nos sirven como nexo entre diferentes hechos históricos. Pero los datos, la vestimenta, los festejos, ajuar y contexto socio-político de la época, está documentado. Y quizá este sea el mérito principal y también lo más laborioso. Empecé en el primer confinamiento por la pandemia, en la primavera de 2020 a preparar el texto y a consultar diferentes hemerotecas digitales. Pero este trabajo responde a muchos años de estudio y dedicación a la época, a la crisis de fin de siglo y la primera mitad del siglo XX. La labor de redacción ha sido más rápida porque era sólo dar voz a los personajes.


Como docente que es, cree que este tipo de textos ayudan a profundizar en personajes de la historia que podrían pasar un tanto desapercibidos?

No a profundizar. Para eso están los estudios académicos circunscritos a un ámbito de interés más limitado. Pero si que ayudan a dar a conocer episodios de nuestro pasado a través de personajes que, de otro modo, no hubiesen requerido nuestra atención. En este libro hay muchos “secundarios” que son unos actorazos. Por ejemplo, Luis Fernando de Baviera, el marido de la Infanta Paz: era príncipe, un Wittelsbach, pero ejercía la medicina y llegó a tener su propio “piso-clínica” en Munich, algo absolutamente excepcional en la época. En Madrid fue uno de los primeros en darse cuenta de la hemofilia de sus sobrinos-nietos, los hijos de Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Luis Fernando era hombre cultísimo, muy aficionado a la música y magnífico violinista.


Su libro “Las hijas de Isabel II” se basa en hechos históricos, reales, sin embargo decidió novelarlos, qué le ha movido a ello?

El hecho de que me permitía humanizar a los personajes, hacerlos más cercanos. Contar un relato de manera entretenida, aunque sin faltar a la fidelidad histórica. Esta es mi primera obra de historia novelada. Hasta ahora mi producción ha sido básicamente de trabajo académico que no llega al gran público. Es otra dimensión, la esencia del mundo universitario. Sin embargo, quienes nos dedicamos a la historia tenemos la asignatura pendiente de comunicar mejor, conseguir que nos entiendan y transferir nuestras investigaciones a un lector generalista. Esto es importante también, aunque en los entornos academicistas esté muy desprestigiado. Pero en la Universidad vivimos con el yugo de los “Sexenios” que se han convertido en meros galones académicos y que, de algún modo, frenan los trabajos de este tipo porque exigen mucha dedicación.


Es usted colaboradora habitual en medios, concretamente en “Tu Otro Diario” donde presenta de forma habitual a personajes de la realeza, podría quedarse con alguno de ellos?

Habría muchísimos, pero me gusta mucho Eugenia de Montijo, que además era española, granadina. No sólo era la mujer mejor vestida de su tiempo, sino que ejerció una influencia notable en Napoleón III y al igual que él, era tremendamente contradictoria. Tuvo que ocuparse de la regencia del Imperio en tres ocasiones y lo hacía con determinación. Era muy amiga de Isabel II y estuvieron a punto de convertirse en consuegras, pero una lanza en la guerra zulú segó el romance entre su hijo, el príncipe imperial Napoleón Eugenio Luis, y la joven infanta Pilar. Es una historia romántica, ¿verdad? Eugenia fue de las últimas visitas que recibió Isabel II en su parisino Palacio de Castilla antes de morir. Eran ya muy ancianas.


Parece que la vida de reinas y princesas ocupa un papel protagonista en sus historias, ¿no?

Ha sido algo tangencial. Mis líneas de investigación se centran en el estudio de la Prensa en la Segunda República, el carlismo y los corresponsales de guerra. Si embargo, a raíz de una mesa redonda que organizamos hace unos años en la Universidad con motivo del cincuenta aniversario del fallecimiento de la reina Victoria Eugenia, empezó a surgir todo esto. Vino todo un poco rodado. ¡Pero ante las joyas de Ansorena y los vestidos de Worth pues cualquiera se resiste!


Qué destacaría de las protagonistas de su libro, cuál diría que ha sido su aportación a la historia?

Fueron mujeres que respondieron a su papel como infantas conforme a su personalidad. La mayor, Isabel, tenía mucho carácter y era tremendamente autoritaria, aunque su afición a las verbenas y los toros le ha valido una imagen campechana, pero a sus hermanas las tenía fritas. Paz era bondadosa y trató de mantener presente a España durante las más de seis décadas que vivió en Munich. Era –como todas ellas– muy religiosa pero también una persona de acción, animadora de infinidad de obras culturales y de iniciativas sociales. Y siempre estuvo pendiente de su familia. No paraba de escribir a sus sobrinas, su cuñada Crista (María Cristina de Habsburgo), a su hijo Nando…y también colaboró con la prensa. ¿Sabe que las primeras Navidades de Alfonso XIII en el exilio las pasó en su residencia de Nymphenburg? En mi opinión es la más completa de las hermanas y también la que más suerte tuvo en la vida, aunque fuese la menos aparentona. Y Eulalia era una mujer que no terminaba de encajar en el mundo de convencionalismos en el que había nacido: encabezaba siempre la lista de las más elegantes, pero al mismo tiempo se codeaba con los intelectuales del París del primer tercio del siglo XX. Su matrimonio terminó en desastre y ella no asimiló el reconocimiento que se le otorgó a la “amiga especial” de su marido. Publicó un libro en 1911, “Au fil de la vie”, del que decían que si era feminista, si estaba influenciado por Kant y Krause…pero no había nada de eso. Aunque tuvo un éxito fulminante y le valió no poder venir a España durante más de una década. Pero luego se reconcilió con Alfonso XIII y todos tan contentos.


Y en el reinado de su hermano, ¿Qué papel jugaron?

Eran las hermanas del rey. Aunque muy jóvenes. La mayor, Isabel, ocupó su puesto como Princesa de Asturias y lo hizo estupendamente. Se acababa de quedar viuda con menos de veinte años y ya nunca volvió a casarse. Era la figura más popular de toda la Familia Real. Y Pilar, Paz y Eulalia durante el reinado de Alfonso XII era un apoyo afectivo, sobre todo porque tenían la misma edad que su prima y cuñada, la reina Mercedes. Cuando se quedó viudo, Alfonso casi no quería verlas porque decía que le recordaban demasiado a Mercedes. Aunque ese romance está muy magnificado por la leyenda. Se ha hablado más de eso que del modelo político de la Restauración que él, de la mano de Cánovas, puso en funcionamiento para traer estabilidad al país en unos días de insurrecciones en Cuba, carlismo y conflictos cantonales.


Diría usted que este libro es un poco la red social de la época, una especie de escaparate que permite que nos adentremos en aspectos íntimos o del día a día de estas cuatro hermanas?

Hay una parte importante de historia íntima; de sentimiento familiar. Muchas veces pasamos por alto que también eran personas: se alegraban y sufrían cuando perdían un hijo, quedaban para ir al hipódromo y hasta compartían vestuario. Y eran buenas comedoras. Como lo había sido su madre. Sí. He tratado de contar aspectos más personales de los Borbones en algunos rasgos que todavía mantienen como la puntualidad. En ese sentido sí hay algo de historia pequeña. Elementos de su cotidianidad.


¿Ya tendrá en mente nuevos personajes para futuros libros, no?

Algo hay en mente. Algo argumentado sobre una protagonista femenina que cubra los episodios claves del siglo XX como crónica ambiental. Beatriz de Sajonia Coburgo o Constancia de la Mora son personajes que dan mucho juego y responden a un contexto interesante. Pero hay que localizar archivos, encontrar correspondencia, testimonios… así que por el momento voy a centrarme en las clases de Historia Contemporánea en la Universidad.


¿Cree que la vida de las infantas de Borbón darían para una de sus novelas, o las monarquías modernas resultan ya menos atractivas?

Siempre que se haga con rigor y criterio histórico serán bien recibidas. Pero hay que darles tiempo porque de lo contrario estaríamos narrando el presente y la historia es otra cosa.


¿Qué lugar ocupa la literatura en su vida en la actualidad?

Como mera aficionada. No es mi negociado. Yo soy profesora y me encanta que mis alumnos disfruten con mis historias. Si aprenden, se esfuerzan y pasan un rato agradable no puedo pedir más.

Cristina Barreiro: “El libro me ha permitido humanizar a los personajes, hacerlos cercanos sin faltar a la fidelidad histórica”

Te puede interesar