La construcción del deseo y el orientalismo: ideas que confluyen en las imágenes textiles de Carolina Martínez

La artista expone su reflexión sobre Japón en la muestra "Tebasaki y sake caliente", en el Torrente Ballester
La construcción del deseo y el orientalismo: ideas que confluyen en las imágenes textiles de Carolina Martínez
La artista realiza una nueva propuesta en la que el territorio es protagonista | DANIEL ALEXANDRE

A pesar de lo bello, "hay algo que está en tensión" en las 24 piezas principales que integran la exposición "Tebasaki y sake caliente" o "Tebasaki e sake morno" según opina Carolina Martínez sobre su propia obra. Para compartirlas y dar lugar a otras perspectivas individuales, la artista anima a asistir a la muestra que creó específicamente para la sala de Proxectos del centro cultural Torrente Ballester, donde se inauguró el pasado viernes.

 

CarolinaMArtinezTebasakiDA
Una de la piezas siendo observada en la inauguración | D. ALEXANDRE

 

Cuando la fotógrafa viajó a Japón no lo hizo pensando en realizar este proyecto. Suele capturar lo que ve "por instinto", consiguiendo un resultado que le sirve como un diario. La inmediatez no es lo suyo en los trabajos, sino que "siempre los dejo reposar", indica Carolina Martínez, que empezó a elaborar el discurso tiempo después. Aunque siempre tuvo interés por la cultura de este país, "sobre todo la parte que tiene que ver con la concepción estética", se acercó todavía más desde que, en 2020, empezó a aprender el idioma en el Aula Japón Shizuku, en el barrio de Canido, donde aún sigue formándose.

 

A raíz de estudiar la lengua, la curiosidad se intensificó. Así, la artista aprovechó la oportunidad que vio clara en un mes de abril, hace un par de años, de visitar tierras japonesas. Allí se sumergió en una cotidianeidad a la que hace referencia en el título, con nombre de comida y bebida, que, al contrario que el resto de elementos de la muestra, plagados de conceptualización, no tiene mayor significado trascendental que referir un momento agradable al que solían recurrir al terminar el día.

 

"Al final me doy cuenta que para hablar de mis propias experiencias siempre recurro al territorio", señala Carolina Martínez, recordando sus trabajos anteriores, que focalizaron en el cuerpo y en los lazos familiares, siempre atravesados por este término físico. En este caso, utiliza sus creaciones para tratar aspectos tan dispares como los espacios vitales o la construcción que se suele hacer del deseo, también focalizando en este archipiélago al que se desplazó.

 

La muestra 

El centro de la exposición son las más de veinte de fotografías, capturadas todas en Japón, que van acompañadas de una tela, la mayoría tratadas con procesos artesanales del país: Shibori, que es un método de teñido natural que se suele distinguir por un característico tono de azul, y gyotaku, una forma de estampación que se empezó a practicar hace más de 200 años con peces, aunque en este caso aplicó la técnica a la botánica, plasmando plantas que se encontró una vez de vuelta a casa.

 

Detrás de cada decisión, como esta, hay un por qué. Martínez incorpora este tipo de trabajos para  "hablar de esos espacios, tiempos de espera, de darle a la vida huecos porque al final es cuando todo pasa", relata. Asimismo, estas artesanías, ninguna igual a otra, le sirven a la artífice para resaltar "la celebración del error, de lo que ellos llaman el wabi-sabi: aceptar el fallo y la trasitoriedad de todo, es decir, que nada es perfecto pero así está bien".

 

Aunque las 24 piezas son la parte fundamental, la exposición también incluye un vídeo, compuesto por dos grabaciones filmadas en Japón por la artista y montadas por Mark Zlick (@toolsforcreativity), responsable del diseño de cartelería y catálogo, "comisario de la exposición y el que me ha ayudado a desarrollarla", destaca Carolina Martínez. La narrativa es la misma, tanto el vídeo como las imágenes textiles remiten a una zona periférica, esta vez en el sentido humano y no de un territorio.

 

Así, Carolina Martínez captura "un Japón que te da un poco de claustrofobia, deshumanizado", que confronta con "un imaginario totalmente construido, y cuando llegas allí, al final lo tienes que deconstruir". Por este motivo, cuando empezó a elaborar este trabajo "lo primero que me venía a la cabeza era la teoría orientalista, que habla de que desde Occidente construimos Oriente: siempre lo exótico, lo excelente, lo lejano...", una serie de características que se atribuyen desde una esfera distante.

 

"Es exactamente lo mismo que hacemos con el deseo, tanto de cosas como de personas", compara. Se trata de un impulso que también se construye de forma aislada, en base a una individualidad que no tiene que ver con la realidad. "Las imágenes hablan de esa distancia" desde la que se idealiza, por eso hay algo que puede inquietar en ellas según el ojo que mire.

 

La construcción del deseo y el orientalismo: ideas que confluyen en las imágenes textiles de Carolina Martínez

Te puede interesar