El séptimo gol que ayer anotó en su cuenta personal el zaragozano Carlos Vicente puede significar el de la transformación del Racing. El cambio de Primera RFEF a Segunda División, el paso adelante de los verdes al fútbol profesional. Y es que el grupo de Cristóbal Parralo no puede estar más cerca de un líder Alcorcón que siente, ahora más que nunca, la respiración de los ferrolanos a sus espaldas.
La Ley de Murphy no se aplicó ayer en el campo del Nuevo Arcángel, para el Racing –en Córdoba no estarán de acuerdo con esta afirmación–, al que si las cosas le tenían que salir bien, así lo hicieron. Manzanara abrió el camino a la pelea por todo el pasado 25 de marzo y en la noche del miércoles, Carlos Vicente dio el golpe definitivo. Al menos para dejar a otro rival por el camino, un grupo andaluz que se despidió luchando en casa de sus opciones de intentar dar el salto de categoría.
El maño, además de su evidente fortuna cara el gol en esta campaña –como ya había señalado anteriormente suele marcar uno o dos y en esta, a falta de cuatro duelo suma siete–, apela a la fortaleza mental de los suyos. “Eso al final es también una característica de los equipos que quieren estar arriba”, señala del de Zaragoza, “tienes que ser fuerte de mente, tener las cosas claras, saber cómo quieres jugar a pesar de que lo hagas fuera, ante un equipo que aprieta, que te genera...”.. Como fue el caso ante el Córdoba. Un empuje psicológico que ayudó asimismo al maño a llegar dónde parecía que nadie podía hacerlo y cuando “ya estaba bastante cansado, el campo estaba muy seco, el balón se quedaba mucho... todo pasó muy rápido, pero ves dónde la quieres poner y... fue una maravilla”, comenta el jugador racinguista.
Vicente y sus compañeros exprimirán en estos cuatro últimos duelos esta fuerza mental, y también la física, ya que, el domingo a las 18.00 horas, harán frente a su tercer duelo –y quizá tercera victoria– en una semana, ante el Unionistas. “Está claro que preocupa la recuperación”, señalaba el zaragozano. Un duelo en el que ya no se verá las caras con su hermano David, y que para el racinguista es “un dos –en la quiniela–, y aunque estuviese mi hermano también lo haría. Un boleto en el que el extremo espera un empate entre Depor y Alcorcón y un triunfo del Ceuta en casa del Castilla, para que ese fallo en las Ley de Murphy, en Matrix, coloque a los suyos más cerca del ascenso directo.
La cruz en el “subidón” vivido por los racinguistas en el Nuevo Arcángel fueron las tarjetas amarillas vistas por dos de sus jugadores, Quique Fornos y Jon García. Unas cartulinas con las que el de As Pontes y el de Bilbao llegan a las cinco, y no podrán estar en Salamanca.