Este 2025 se cumplen 50 años de la declaración del monasterio de San Xoán de Caaveiro como Monumento Histórico-Artístico de Interés Provincial, una medida que resultó fundamental para evitar su colapso tras décadas de abandono. Esta efeméride es la excusa perfecta para repasar la importancia del valor histórico y arquitectónico de una joya situada en pleno corazón de las Fragas do Eume.
Aunque el inmueble fue expropiado por la Diputación de A Coruña en 1986 y desde entonces ha sido restaurado, fue la protección legal otorgada en 1975 –el Boletín Oficial del Estado (BOE) recoge este hecho en su número 7, del 8 de enero de 1976– la que marcó un punto de inflexión.
En cuanto al origen de este enclave, situado en un escarpado promontorio entre los ríos Eume y Sesín, son muchas las teorías que se barajan. Así, según un informe del año 1761 que se recoge en el volumen 4 de “Brigantium”, el Boletín del Museo Arqueolóxico e Histórico da Coruña, el monasterio habría sido fundado por San Fructuoso, obispo de Braga, en el siglo VII.
Sin embargo, los primeros documentos fiables datan del siglo IX, cuando aparece citado como “San Xoán de Calavario”, en relación con las donaciones de San Rosendo –como una patena, un cáliz y una vestimenta litúrgica– y un abad llamado Roderico. “Poida que non fose un dos fundadores do mosteiro, pero parece que si houbo unha intensa relación entre o santo e o mosteiro, xa que lle gustaba pasar tempadas de retiro en distintos cenobios e todo parece indicar que Caaveiro foi un dos seus preferidos”, recoge la publicación.
En cuanto al nombre del monasterio, tal y como se recoge en la publicación “Mosteiros e Conventos da Península Ibérica-Volume I”, está relacionado con la raíz latina calav, que identifica a un tipo determinado de rocas. “De aí deriva ‘Calavario’, topónimo que aparece na documentación do mosteiro”, expone el libro.
En los siglos XII y XIII, gracias a las donaciones de nobles como los Traba y los Andrade, Caaveiro alcanzó su mayor expansión. Así, los privilegios recibidos por los reyes Alfonso III, Fernando II y Alfonso IX, “permitiron que o mosteiro se librase da autoridade de Santiago, converténdose nunha real colexiata que contaría con seis membros e, en determinadas épocas, chegaría a ter nove”.
Ya en el siglo XV, los priores dejaron de vivir en el edificio, convirtiéndose Caaveiro en un lugar de retiro “para segundóns de importantes familias que gozan dos seus privilexios sen as contrapartidas da vida monástica”, un hecho que refleja el inicio del declive institucional del cenobio. Así, a mediados del siglo XVIII, las disputas entre canónigos –“obvia dicir que as causas son as rendas e a xurisdicción”– y el desinterés por la vida en comunidad, precipitan el traslado de la colegiata “ao convento dos agostiños de Ferrol e co secuestro dos bens do priorado, que é suprimido a principios do ano 1800”.
La Desamortización de Mendizábal, en el siglo XIX, supuso el abandono definitivo del monasterio. A su “rescate” acudió el abogado Pío García Espinosa, comprando Caaveiro con la intención de convertirlo en su residencia de caza.
Para ello acometió una serie de obras de reforma “que levaron á destrución das dependencias que había entre as dúas porterías”, rehabilitó la iglesia de Santa Isabel y habilitó cuartos o una biblioteca. Sobre esta intervención, “Cátedra. Revista Eumesa de Estudios”, recoge que las obras “contaron con el asesoramiento de Antonio López Ferreiro” y culminaron en agosto de 1896, “inaugurándose el templo el 30 de dicho mes”.
Gracias a esta intervención, se conservaron elementos hoy fundamentales, como la torre-campanario edificada en 1750, la cocina excavada en roca y las estructuras subterráneas bajo la sacristía “que parecen calabozos”.
A pesar de que se realizaron varios intentos de reconstrucción en los siglos XIX y XX, el monasterio llega a un estado ruinoso hasta que en la década de los 80 la Diputación se hace con su propiedad, que llevó a cabo diversas obras de rehabilitación para conservar el conjunto arquitectónico y ponerlo en valor. Esta actuación fue reconocida en 2015 con el Premio Europeo de Intervención en el Patrimonio Arquitectónico –en la categoría de espacios exteriores–, un certamen organizado por el Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña y la Agrupación de Arquitectos para la Defensa y la Intervención en el Patrimonio Arquitectónico, en colaboración con la Generalitat. No sería hasta 2006 cuando las instalaciones se abrieron al público.
Dadas las características del lugar en el que se ubica, oculto entre el frondoso bosque de las Fragas do Eume, el conjunto se estructura en varios niveles adaptados al relieve del terreno.
La iglesia actual (Santa Isabel), con ábside románico y campanario barroco, es la única que queda en pie, pero existió una segunda más grande cuyas dimensiones fueron reveladas en una intervención arqueológica de 1989 promovida por el arquitecto de la Diputación Fernando Cebrián. “La campaña centra su atención en el espacio ocupado por las dos iglesias, excavándose tres sectores. Los resultados fueron el descubrimiento de parte de los primitivos muros y de una serie de enterramientos”, recoge Cátedra. Allí también se identificaron enterramientos canónigos y estructuras anteriores al siglo XII.
En la actualidad, el conjunto se conserva como espacio museístico y centro de interpretación y, precisamente, el pasado mes de mayo la Diputación anunció que trabaja en un proyecto de musealización, “que suporá o culme da recuperación integral do cenobio, iniciada hai dúas décadas”. La propuesta integrará contenidos históricos, artísticos, arquitectónicos y naturales mediante nuevas tecnologías y recursos de realidad virtual, lo que permitirá la interpretación por parte de los visitantes.
Este anuncio se hizo desde el propio monasterio, durante la presentación del libro “Historia do Mosteiro de Caaveiro. Un lugar milenario no corazón das Fragas do Eume”, editado por el propio organismo provincial.
Se trata de un cómic en el que, “a través dunha linguaxe accesible e atractiva para todos os públicos”, se ofrece un recorrido didáctico por las instalaciones desde su fundación hasta la fecha actual, haciendo hincapié en el papel que desempeñó en el Reino Medieval de Galicia y su aportación religiosa, económica y social a la zona del parque natural.
La publicación fue elaborada por Delio Rodríguez Ces (ilustrador), Ismael Blanco Bouza (coordinador) y Lois Gómez Souto (historiador).