Los coruñeses entre los cuarenta y los sesenta acaban de superar una prueba de fuego para su tensión: han intentado comprar entradas para el concierto de El Último de la Fila del próximo año y viven para contarlo. A pesar de los constantes fallos de la página web mientras veían cómo cada segundo se reducían las plazas libres. Ni una sesión de crossfit sube así las pulsaciones.