Es lo que tiene ir de víctima. Ian Mackay es el centro de todas las miradas y las redes sociales se cebaron con él, incluso unos impresentables aprovecharon el anonimato para insultarle gravemente e injustamente amenazarle a él y a su propia familia. Contra estos indeseables habría que actuar si nuestros políticos tuvieran dos dedos de frente creando leyes contra el odio y limpiando las redes sociales de gente que insulta gratuitamente. A lo que vamos, Mackay no debió cerrar sus redes sociales. Al contrario, sería muy bueno mantenerlas con el objetivo de presentar la correspondiente denuncia en la Policía Nacional para que se investigue a los indeseables que le amenazaron a él y a su familia. Dicho esto, no se entiende esa solidaridad mal entendida, como algunos dicen: “Mackay en mi equipo”. Pues no, lo merece, porque un profesional y por los años que tiene debería saber de sobra que jugándote una final no puedes perder los nervios y perjudicar a tu equipo por una expulsión absurda e inconveniente, así que eso merece ser criticado y reconocer, seas deportivista o no, que el portero tuvo un día pésimo y que coincide cuando el equipo se está jugando literalmente la vida. Eso es para criticar. Desde el respeto.