Pasamos de campeones del mundo, tras el 7-0 a Costa Rica, a salir por la puerta de atrás del Mundial de Qatar 2022. Somos así, de ilusionarnos enseguida y echar pecho. Pasó cuando goleamos en el partido inaugural, las apuestas así lo indicaban: campeón de campeones. Japón vino a bajarnos los humos y se llevó la victoria (1-2) y dejó a La Roja con los mofletes colorados, así que todo apuntaba que ante Marruecos la cosa sería coser y cantar. Y nunca mejor dicho. Hubo cantada, pero de las buenas. Incluso hubo ridículo incluido. La selección española abusó en exceso de pasarse el balón, pero de cara a portería apenas inquietaron a Bono, el portero marroquí. Luis Enrique lo intentó todo, con cambios incluidos, pero España no estaba enchufada. Y así se llegó a la prórroga, para seguir con la sequía, para luego entrar en la tanda de penaltis para hacer el ridículo. Tres penaltis (uno al palo y otros a las manos del guardameta magrebí). En fin, que la soberbia nos pudo por no respetar al rival desde el minuto uno. Luis Enrique no está preocupado. Eso no es normal.