SIN que nadie aporte una explicación científica –nin falta que fai– hay lugares y lugareños que tienen una clara tendencia a caer bien allá adonde van. Hubo una época —gracias en buena parte al Deportivo— en que los coruñeses andaban por el mundo cosechando guiños de complicidad. Si bien el Racing de Ferrol —salvando las distancias— vive un momento dulce, la simpatía que generan los ferrolanos es más una cuestión de carácter que de balompedismo. Ayer la ciudad naval fue protagonista en el San Froilán. ¿Será porque Ferrolterra, Eume y Ortegal se salen de bonitas?