Increíble la historia de la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Acaba siempre perdiendo y cada vez que lo hace pues se le ocurre, dicho sea de paso, una ocurrencia. Ahora apuntó a los sueldos de los altos directivos de las empresas. Pero privadas, claro. Que dice que tienen que moderar sus emolumentos y así repartir riqueza. Pero claro, no dice nada de los sueldos de los altos cargos de la Administración del Estado y de los puestos a dedo en las empresas públicas cobrando un pastón. Un ejemplo, en la Red Eléctrica Española, donde hay quien de electricidad sabe lo justo y cree que es darle al interruptor de encender y apagar la luz de cualquier habitáculo de su propia casa, pero se lleva sueldos superiores a los 750.000 euros anuales (salvo el cachito que dona al partido de turno). Ahora Díaz la tomó con Galicia y ahí la tienen dándolo todo. Su objetivo, el de siempre. Ayudar a ganar a los suyos para mantenerse en el poder a costa de lo que sea. No importa dejar tiradas a examigas como Irene Montero. Aquí lo que cuenta es abrazar el poder a cualquier precio.