Es lo que tiene el cambio de año, que se abre el mercado de fichajes y el que no corre, vuela. Es el momento de deshacerse de lo que no da el rendimiento deseado y buscar lo que sirva para cumplir con los objetivos. Dicen que en ello anda Isabel Preysler, madre de marquesa por méritos propios y señora de Villa Meona por obra y gracia del ingenio de Ruiz Mateos. Hechas las maletas del Nobel peruano con el que se ha paseado en los últimos tiempos, dicen en los mentideros de la capital que el futuro sentimental de la otrora embajadora de Porcelanosa está ligado a la casa blanca. La de aquí, claro. Hay quien ya la visualiza en el palco del Bernabéu con una versión de la bufanda del Real Madrid de diseño exclusivo y celebrando los goles de Benzema con un sutil gesto de satisfacción. Lo que al parecer ya no ven con tanta claridad es qué van a hacer los dos juntos el resto del tiempo. Aunque es de suponer que entre empresarios se entiendan. La ruptura definitiva de la barrera entre el mundo del fútbol y el del corazón.