Nadie recuerda con exactitud cuánto tiempo hacía. Pero más de veinte años, seguro. Hacía décadas que en Vilagarcía no se vivía este ritual: El de conversión de una novicia en monja, para la clausura de la congregación de las Agustinas en Santa Rita. Por eso, el acontecimiento trajo al arzobispo y sacerdotes de toda la provincia. Y a feligreses. La imagen llama la atención. No solo por que cada vez es menos frecuente ver una ceremonia de este tipo, ante la reducción de vocaciones. Sino porque el ritual de Vilagarcía es único: Solo aquí, emulando el milagro de la rosa de Santa Rita, se depositan pétalos sobre la novicia que se tiende en el suelo. La ceremonia da paso a una vida de recogimiento para la joven y a una clausura casi total, junto a sus compañeras de fe.