Hubo quien pensó que el baile de los jugadores del Racing festejando el ascenso sería el último en mucho tiempo. Quien creyó que la Segunda iba a ser mucha moza para un equipo recién llegado de tres lustros de travesía por el desierto. Que lo que tocaba era sufrir. Pero nunca falta el soñador empedernido que soñaba con una gesta en Elche. Olé por él y por todos los que van escalando poco a poco por la cara norte de la esperanza. Ayer volvieron las colas a A Malata. Esta vez, para ir a Oviedo a empujar. Las entradas volaron y al menos mil ferrolanos se dejarán la garganta en las gradas del Carlos Tartiere. Opa por ellos.