Lo primero que hacen los alcaldes y concejales de los distintos grupos en todas las corporaciones locales es ponerse sueldo. No suele haber grandes discrepancias, pues lo normal es que en el reparto el que tiene el bastón sea generoso para evitarse problemas. Hay curiosas excepciones, como Narón, donde los opositores son capaces de llegar a un acuerdo y, a renglón seguido, abstenerse. Es pudor. No les gusta ver su nómina en titulares. Y tiene una justificación. Los políticos deben estar bien pagados, pero saben que los que no suelen estar igual de bien pagados son los administrados.