Se suele decir que nada es para siempre y la verdad es que los hechos lo demuestran en el día a día. Ahí tenemos a Unidas Podemos que, a la vista de la situación por la que atraviesa el partido, tiene que hacer lo que menos le gusta a una formación política de su corte. Hacer un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) y deshacerse de su mitad de plantilla, como consecuencia de los últimos resultados electorales al ir en coalición con Sumar. Echando cuentas, el partido fundado por Pablo Iglesias ha perdido poder político, cuyos dirigentes estiman en un 70% a nivel nacional, lo que hace que sus ingresos se vean radicalmente reducidos y, por lo tanto, eso repercute económicamente para mantener un exceso de personal y también algunas de las sedes que venían teniendo en las principales ciudades del Estado. Y es que cuando eran oposición decían que los Presupuestos Generales del Estado no deberían mantener los chiringuitos de los partidos políticos, que éstos deberían ser soportados económicamente por los afiliados. Pero ‘tocar el poder’ cambia radicalmente el discurso y las subvenciones es el maná; la gente no paga cuotas.