En Alemania el crecimiento del fenómeno neonazi lo sitúa ya entre las principales preocupaciones de sus servicios de inteligencia. Mientras, en medio mundo la extrema derecha avanza. Y lo hace porque su discurso cala. Es un discurso de consumo rápido, que sabe canalizar la ira y la frustración a base de señalar siempre al “otro”. Y de culpabilizarlo de todos los males. No es nada nuevo, pero vaya si funciona. A los inmigrantes, a las mujeres, a quienes tienen un concepto patrio diferente. Todos son “otros” y todos, por ello, susceptibles de ser señalados. Muchas veces no se alza la voz, alto y claro, contra quienes hacen bandera de la intolerancia y el negacionismo. O es noticia quien sí eleva la voz contra ello. Tal vez tengamos ya el foco cambiado. Y eso es lo peligroso de esta historia.