La gran transformación de A Coruña llegó después del Mundial 82, pues el que la llevó a cabo, Paco Vázquez, no tomó el bastón de mando hasta 1983. Pero es cierto que la estupenda remodelación de Riazor para esa cita fue un primer paso para devolver a los coruñeses el orgullo golpeado por el asunto de la capitalidad, que le fue arrebatada casualmente durante la disputa del torneo. Casi medio siglo después, el Mundial 2030 será una nueva ocasión para lucir ante el mundo. Un evento con una audiencia global de 3.500 millones tendrá como una de sus protagonistas a una ciudad de 249.000 habitantes. La ocasión es histórica: hay que aprovechar para promocionar y transformar la ciudad. Ayuntamiento, Deportivo, Xunta, Diputación y sector privado han de ir de la mano para que sea un enorme éxito. Porque es además un proyecto de escala autonómica: Vigo ha pagado su desidia durante el proceso de selección y seremos la única bandera de Galicia.