La molestia de los que opinan algo diferente

La molestia de los que opinan algo diferente
Luis Rubiales | e.p.

Luis Rubiales ha terminado disculpándose por el beso en la boca robado a una futbolista en la celebración del Mundial. La disculpa se conjugó tras otro aluvión de críticas, ya que el “pues seguramente me he equivocado” llegó solo después de llamar “estúpidos” e “idiotas” a quienes vieron antes que él lo improcedente de semejante escena. La cosa de descalificar o juzgar apresuradamente a quienes mantienen una posición discordante con la propia no es exclusiva, tristemente, de este acontecimiento. Se ve en política casi a diario, con la demonización del que defiende otros ideales. Incluso abundan quienes piden la ilegalización de aquellos que piensan diferente. La tolerancia y el respeto, su ejercicio real más allá de su uso como relleno discursivo, siguen siendo tareas pendientes, en la vida pública y, si me apuran, en la privada.

La molestia de los que opinan algo diferente

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