CURIOSO balance el del Primero de Mayo en Ferrol, donde los tres sindicatos preponderantes apenas reunieron a mil personas. Quinientos por un lado -el de UGT y CCOO-; otros tantos tras la pancarta de la CIG. Y las consignas, las mismas. Poco margen a los matices. Una lástima si repasamos la tradición del sindicalismo ferrolano, otrora combativo hasta la sangre y hoy acomodado. Quizá una de las claves se esconda tras la excesiva politización de los sindicatos y el acomodo de sus liberados. Y la consecuencia, el desencanto. Ahora que Ferrol aspira a ser lo que fue, necesitamos un sindicalismo vivo.