Ay, la lista más votada, tan vapuleada a lo largo de la historia. El sistema la ignora –y de paso a la voluntad del pueblo, al que hace tiempo que nadie engaña con el cuento de que suya es la decisión de quién le gobierna– y los políticos solo la invocan en su beneficio. Solo nosotros, la mayoría de nosotros, seguimos creyendo en ella. Algo más del setenta por ciento de los españoles vería con buenos ojos que los nombres que salgan vencedores en las próximas elecciones sean los que lleguen al poder. Se acabó lo de tejer alianzas con otros partidos para formar un gobierno de retales. Que a menudo acaban por descoserse con el roce diario y apenas valen ya como trapo. No es una sorpresa que los más interesados en que se valore la lista más votada como se merece son los votantes del Partido Popular, aunque solo sea por el casi constante mensaje de su líder en este sentido. Menos sorpresa aún es que los que más defienden los pactos sean los afines a Podemos; sobra preguntar por qué.