Pedro Sánchez consiguió que su bicicleta fuera comprada como una moto por quienes menos esperaba. Sus socios preferentes, esos que lo llevaron a La Moncloa, y lo sostienen ahí gracias a los millones con los que el presidente riega sus territorios, decidieron que no respaldarían lo que apoyaban los sindicatos, la patronal y hasta los rojísimos de Podemos. ERC, muy en su posición progre, no tiene problema de gobernar Cataluña con la derecha más casposa y Bildu, pues eso, colocando etarras en su cúpula directiva. Pero, eso sí, muy dignos ellos en contra de la reforma de la reforma que quedó en reformita y que, además, dejó en paños menores a Yolanda Díaz. La mujer que está llamada a aunar, todos a una, a la izquierda plural, fue capaz de convencer a buena parte de esa progritud de la bonanza del nuevo reglamento. Eso sí, que no se preocupe Sánchez, que como ya se encargó de aclarar Rufián, el acuerdo de legislatura no corre ningún tipo de peligro. Sobre todo mientras sea Sánchez el que firma los talones.