Si es que van provocando, con esos colores intensos y ese aroma sutil que uno percibe cuando está cerca. Y es inevitable que después de la vista y el olfato entre en juego el tacto. Así es como acaban las buganvillas que adornan la entrada de una clínica dental coruñesa en manos de señoras con tan buen gusto para las flores como escaso interés por respetar los bienes ajenos.