El tren de la inteligencia artificial está en marcha y no queremos quedarnos viéndolo pasar desde un banco de la estación. Tenemos un plan para implantar una agencia que supervise el buen uso de esta tecnología –un cambio positivo ese de poner límites antes de que el mal esté hecho– y, en septiembre, si todo va como se espera, tendremos lo que podemos llamar el ChatGPT español. Un modelo de lenguaje que aprenderá en castellano y en las lenguas cooficiales. Superaremos ese momento en el que el programa nos habla como en el timo de las cartas nigerianas y a cambio los profesores tendrán un poco más difícil detectar la mano de la IA en los trabajos de los alumnos. El futuro es así.