Y cuando creíamos que ya estaba superado eso de incluir en el debate público las opiniones sobre el aspecto físico –no necesariamente por que se haya elevado la categoría política y humana de los rivales, simplemente, porque han aprendido que tiene mala prensa–, desde un lado y el otro del arco ideológico vuelven a atacar los que hablan de maquillajes, peinados y modelitos cuando no son capaces de responder con argumentos válidos a sus adversarias. Con ‘a’. Porque esto, claro, solo sucede con las mujeres, a las que, curiosamente, lo mismo critican si no encajan en los cánones que presuponen para, por ejemplo, liderar un partido, como censuran si despunta como referente de estilo. Señor Guerra, por favor, que Felipe González y usted hicieron de la pana seña de identidad. Y que le hacíamos con un discurso más elevado, la verdad. Eso sí, a poco que esté atento el equipo de marketing, ‘la fashionaria’ se convierte en marca y además de crear tendencia hacen negocio.