empleados del mundo que suspiran por que sus empresas implanten el teletrabajo, sepan que en el Linares tienen un aliado. Si un entrenador de fútbol puede teletrabajar, cualquiera que pase su jornada laboral delante de un ordenador, con más motivo debería poder hacerlo. Lo difícil es lo de Alberto González –así se llama el entrenador–, que en semanas alternas va a dirigir al equipo desde la distancia. Lo de los entrenamientos igual lo puede solucionar con videollamadas y muy buena disposición por parte de su cuerpo técnico. La idea de alguien llevando una tablet con el entrenador en pantalla para ir enseñándole los ejercicios de los jugadores es una fantasía. Pero en los partidos la cosa se complica. El primero en remoto lo tiene esta misma tarde y como dependa de las emisiones en internet de los encuentros de Primera Federación, lo lleva claro. Mientras él está viendo la primera parte, los futbolistas pueden estar ya volviendo del descanso.