¡Ay! ¡Qué nervios teníamos! ¡Qué sinvivir tan gordo! ¡Qué larga se nos ha hecho la espera del encendido de las luminarias navideñas! Ya pensábamos que nuestros amados hermanos del sur se nos habían quedado con todos los vatios, lúmenes y leds del mundo para ese gran despliegue de luz, color y fantasía de fama galáctica que se gastan por aquellas latitudes. Pero no, no, tranquilos. A los que no lo hayan presenciado en directo el sábado –media horita antes del maravilloso partido del Depor— les anunciamos que en A Coruña ya han encendido la iluminación navideña. Bien es cierto que nuestra modestia natural nos impide hacer ostentación, nuestra elegancia sin par nos impele a la mesura en los complementos y nuestra belleza innata hace innecesarios que los adornemos en demasía, pero la ciudad nos ha quedado muy bonita y muy coqueta. No brillaremos como el rey Sol, pero escintilamos como el lucero del alba, que destella como un diamante de verdad de la buena.