El señor que vive ahora en la Casa Blanca está decepcionado con el sátrapa ruso con ansias conquistadoras. Se siente engañado. Porque confiar en la buena voluntad de un tipo que decide invadir el país vecino era un plan sin fisuras, claro. Que hayan pasado más de tres años y Putin siga matando le ha dado una pista de que igual su palabra no vale tanto como creía. Ya ha encontrado el camino, a ver si lo sigue.