Después de ver el efusivo saludo entre Emmanuel Macron y Pedro Sánchez antes de la reunión en Versalles solo podemos sentir envidia. Esas miradas profundas, esas manos buscándose, apretón en el brazo, palmada en la espalda, caricia, de nuevo el abrazo... Como dicen en las redes sociales, se han tocado más ellos en medio minuto que otros a toda su familia en un año. Y es precioso, claro que sí. Una muestra de amistad entre mandatarios como pocas hemos visto. Y de testosterona a raudales, porque por momentos no se sabía si era un encuentro cariñoso o estaban marcando el territorio. Ha habido cacheos a tipos de la lista de los más buscados menos intensos que el saludo entre Macron y Sánchez. Porque apreciarse no está reñido con competir por ser el macho alfa.