La ciudad en la que nadie es forastero

La ciudad en la que nadie es forastero
La loba marina, en Oza | Andrea Gestal

En A Coruña siempre hemos recibido a los visitantes con los brazos abiertos. Quizá por eso a alguien se le ocurrió en su día ese lema de ‘La ciudad donde nadie es forastero’. Y es algo que hemos interiorizado. Nos da igual que sean neerlandeses, italianos, estadounidenses, franceses, japoneses, cangrejos americanos, jabalíes... Nos es indiferente, aquí tratamos bien a todo el que viene: buena comida, nuestro maravilloso clima atlántico, un paseo kilométrico junto al mar, patrimonios de la humanidad, cultura a esgalla... Nuestra última visitante famosa no es indiferente a todo esto. Aprovechando el solecillo de este ‘miniverano’ invernal, nuestra visitante, una loba marina de cien kilos, se ha instalado en los pantalanes de Oza. Una tumbona particular las maderas del muelle, pescado fresco... su único inconveniente son aquellos seres de dos patas que se acercan a sacarle fotos o hacerle monerías, pero nuestra visitante, aunque mansa, por ahora, tiene una boca tan peligrosa “coma un doberman”, así que mejor no molestarla mucho.

La ciudad en la que nadie es forastero

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