Parece extraño que la lluvia o la tormenta nos coja de sorpresa en Galicia pero sus efectos, que ya estaban olvidados con tanta ola de calor y veranillos de otoño, siguen ocasionando daños que a veces se pueden prever y otras no. Estos días ha habido que desalojar el albergue de peregrinos de Pontedeume, achicar los negocios por agua y despertarse en pleno centro de la ciudad naval sin luz. Ni una gota ha caído en la mañana y tarde de ayer pero ha bastado la lluvia de la noche anterior para que numerosos sectores se hayan colapsado. Algo se podrá hacer..., sobre todo porque queda un largo invierno.