A pesar de que Abel I, Señor de las Luces, nos encomendara aún hace unos días a apagar la Navidad, y pese a que quizá el ambiente ya no huele a pavo al horno y no sepa a turrones y mazapanes, quizá estén confusos con la actual avalancha de regalos y piensen que las fiestas aún no han pasado del todo. Probablemente estén ustedes haciendo hueco para las laconadas, los cocidos y para el abarrote estomacal de filloas y orejas, mientras se extrañan de que todavía les estén ofreciendo montañas de presentes. Regalos que se han postergado a la espera de esas elecciones que afrontaremos tras los carnavales. No hay renos, ni elfos, pero sí mucho visitante de Madrid que ha empezado a enumerar alguna de esas cosas que tienen ustedes apuntadas en sus listas de Papá Noel. Que si por fin vamos a hacer tal o cual carretera, que si toma un metro ligero por aquí, que si vamos a mejorar las conexiones ferroviarias, que si vamos a ofrecer ayudas a X colectivos... Se ve que el espíritu navideño no nos ha dejado, y a nuestros políticos tampoco.