La festividad del Carmen se celebra en la práctica totalidad de los pueblos marineros con más o menos actividades, pero en los que nunca falta la misa y la procesión marítima. Entre los asistentes hay creyentes y otros muchos que no lo son, pero a todos les une la devoción y el sentimiento. A nadie extraña ver a hombres y mujeres emocionarse con la imagen subiendo a bordo o con la interpretación de la salve. Ese fervor y el respeto por las gentes que se ganan la vida arriesgándola cada día están presentes en una jornada en la que, claro que sí, también hay espacio para la música, el encuentro familiar y la diversión.