A lo mejor a ese autoproclamado adalid del independentismo que en los últimos meses no ha tenido más que motivos para carcajearse se le borra la sonrisilla de superioridad de un plumazo. Porque el juez Llarena, que no está dispuesto a dejar que un huido de la justicia como Carles Puigdemont campe a sus anchas por territorio nacional –lo contrario sería para preocuparse– ya ha pedido los pertinentes informes para saber cómo afecta a su caso la ley de amnistía. De momento, la orden de detención hacia él sigue vigente y activa. Así que si al expresident se le ocurre celebrar en España lo que sin duda considera un triunfo, igual acaba en un calabozo. Cosa que también provocaría carcajadas. A otros, claro.