Los caminos acaban como acaban

Los caminos acaban como acaban

los que apostaron por Feijóo no podían ignorar la existencia de Vox y aquí viene gran parte del problema. Es obvio que el PP ha cometido errores de campaña, su discurso no ha estado siempre bien armado y que en el tramo final Feijóo se vio sometido a una estruendosa campaña de desprestigio personal. Dicho esto, Vox es, incluso para muchos votantes del PP, un compañero de viaje incómodo, muy incómodo. Su discurso de trazo grueso, su afán no ya de poder, que también, sino de controlar al PP y los personajes más visibles a raíz de los pactos autonómicos resultan inasumibles, tan inasumibles que a lo mejor consideran un triunfo censurar obras de teatro o quitar bancos con la bandera arco iris. Para colmo ni media autocrítica ante unos resultados que en cualquier partido obligarían a una profunda reflexión. Ellos tan contentos. El futuro, por definición, siempre es incierto pero el futuro de lo que pueda ocurrir en la vida política española es un futuro que genera perplejidad. ¿No es para estar perplejos que Puigdemont sea el hombre fuerte del futuro gobierno?

Los caminos acaban como acaban

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