El de la sobreexposición de los adolescentes a internet es un tema al que se busca solución desde la perspectiva optimista de que aún estamos a tiempo de salvar su desarrollo como personas. Con los mayores, en cambio, se ve que nos hemos dado por vencidos. Para los sexagenarios que se disputan duramente con sus nietos las horas pegados a la pantalla no hay esperanza. Para los que los sufren, tampoco.