No puede ser que los furtivos actúen con impunidad. La crisis productiva de la ría es lo suficientemente grave como para que se tomen las medidas que impidan o, al menos, obstaculicen que las personas que no pueden extraer marisco –porque no tienen permiso– lo hagan a plena luz del día. Ya no es que busquen la oscuridad de la noche para recolectar el poco producto que queda, sino todo lo contrario: a cara descubierta y a pie de playa. Van a acabar con lo poco que queda.